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viernes, 17 de marzo de 2017

Inflación: el precio de tener gobierno.



El lugar común entre economistas que simplifican el asunto, periodistas de los que dudo que sepan de lo que hablan y el resto de los habitantes es definir a la inflación como el aumento generalizado de los precios. De qué precios? Pues, de todos.
Si así fuera, no sería un problema tan grave como se lo considera. Si suben los precios de los bienes, pero también los salarios en la misma proporción no habría problema alguno. Pero no debe ser así, porque nadie haría el ejercicio inútil de cambiar los precios de todo, todo el tiempo, para no obtener ninguna ventaja.
La inflación es una consecuencia de que existe el dinero.
Imaginemos una economía sin dinero. Si uno no produce todo lo que necesita para vivir parte de lo que produce lo utiliza para intercambiar con otros lo que necesita (o desea, es lo mismo). En ese caso, los intercambios se realizarán en determinado momento y en determinado lugar a una tasa que refleje las preferencias individuales de quienes están realizándolos. Una vaca por tres cajones de manzanas, por ejemplo.
Si por alguna razón, la oferta de determinado bien cae o sube su demanda o viceversa, los precios de intercambio también se modificarán, produciéndose un cambio en los precios relativos. En nuestro ejemplo, subirá o bajará el precio de las manzanas respecto del precio de las vacas. Lo que no va a suceder es que todos los precios suban.
La humanidad ha encontrado en el dinero un buen sustituto para facilitar los intercambios. Se han descubierto más de cuarenta mil bienes que en algún momento se han utilizado como dinero. Tampoco hay ningún problema con que en lugar de intercambiar manzanas por vacas -lo que obligaría a ambas partes del intercambio a desear exactamente lo que el otro ofrece- se intercambien por conchas de caracol, o lo que sea que se use como dinero.
El problema surge cuando los gobiernos (que, como señala, entre otros, Franz Oppenheimer en su libro "El Estado", tiene origen predatorio, es decir, mafioso, ya que ofrece protección de otros predadores a cambio de una paga: los impuestos) monopolizan el dinero y obligan a la población a utilizar la moneda que acuñan o imprimen, no permitiendo el uso de otras monedas alternativas en sus transacciones.
Cuando al gobierno no le alcanza para pagar sus gastos tiene tres alternativas: cobrar más impuestos, pedir prestado (lo que provoca un aumento de impuestos futuro para pagar el costo de la deuda) o emitir más dinero. En el primer caso, el dinero de los particulares gastado en impuestos empobrecerá a la población, pues no podrá consumir otros bienes. En los otros dos casos, habrá en la economía más dinero con la misma cantidad de bienes, por lo que subirá el precio de los bienes en relación al dinero, pues este es más abundante y los bienes no.
Así que, la inflación es un fenómeno estrictamente monetario, y el único responsable de producirla es el gobierno.
Pero no acaban aquí los efectos de la inflación, la distorsión de precios relativos que provoca hace que los consumidores y los productores tomen decisiones equivocadas como consecuencia de interpretaciones erróneas sobre la escasez relativa de los bienes, como bien se ilustra acá:
http://www.miseshispano.org/2016/12/inflacion-no-es-aumento-de-precios/
O acá: http://www.miseshispano.org/2016/10/seis-cosas-a-considerar-acerca-de-la-inflacion/
Tampoco el IPC o índice de precios al consumidor refleja la inflación. No importa cómo se lo mida.
Su uso es exclusivamente político, es decir, se lo utiliza para extraer recursos del sector productivo mediante la fuerza, tal como se lo ha hecho emitiendo moneda espuria.
Ver acá: http://www.miseshispano.org/2016/05/la-inflacion-como-politica/

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